Hoy os traigo una historia de 2016 que transformó una simple venta de una moto en una escena digna de una comedia.
Mi esposa, que ya no necesitaba su moto, decidió ponerla a la venta en Wallapop. No tardó en aparecer una compradora interesada que se acercó a nuestra casa para verla, desencadenando una conversa que aún me hace reír.
Aquí os dejo un extracto de esa inolvidable conversación:
LA CONVERSA DE LA VENTA DE LA MOTO
Compradora: – Disculpa, ¿dónde está la moto?
Esposa: – Umm, déjame pensar… No recuerdo dónde la dejé. ¡Ah sí! Aquí mismo.
[La moto estaba justo delante de nosotros, la más cercana de las pocas que estaban aparcadas.]
[Esposa rebusca en su mochila…]
Esposa: – Me temo que olvidé las llaves… ¡Oh, espera! Aquí están.
[Y saca las llaves de su pequeño bolso.]
Compradora: – ¿Y dónde compraste la moto?
Esposa: – No lo recuerdo bien… ¡Ahora caigo! En aquel concesionario.
[Y señala con el dedo la tienda justo al otro lado de la calle.]
Compradora: – ¿Me permites probarla?
Esposa: – Por supuesto, aunque no traje el casco… ¡Un momento! Está en el maletero. ¡Ja, ja!
[La compradora la mira sorprendida y le dice amablemente…]
Compradora: – Tranquila, tengo mi propio casco. Eres un poquito despistada, ¿no?
[Esposa, ligeramente molesta y sorprendida por tal afirmación]
Esposa: – ¿Despistada yo? NO.
DESENLACE
Tan solo 10 minutos después de este diálogo surrealista, la moto estaba vendida.
Cada vez que lo recuerdo, no puedo evitar reírme. Es verdad que mi esposa no es en absoluto despistada por naturaleza.
Imagino que el ajetreo de su nuevo trabajo y su dedicación hicieron que por un momento su atención estuviera en otra parte, regalándome una escena digna de una comedia espontánea.
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