Descubrir el curso «Vivir con Hijos» de Gemma Sanz es adentrarse en una nueva perspectiva de la paternidad y la crianza. A través de su extensa experiencia personal y profesional, Gemma nos invita a reflexionar sobre las verdaderas necesidades de los niños y los desafíos que enfrentan los padres en la actualidad.
Con una visión que integra el conocimiento contrastado y las prácticas cotidianas, su curso no solo busca educar, sino también transformar la vida familiar.
Acompáñame a explorar cómo «Vivir con Hijos» puede marcar una diferencia significativa en tu hogar, proporcionando herramientas y entendimiento para criar niños felices y autónomos.
TABLA DE CONTENIDOS
- ¿Qué te inspiró a crear el curso «Vivir con Hijos» y cómo crees que puede beneficiar a los padres de hoy en día?
- ¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentan los padres en estos tiempos y cómo aborda tu curso estos retos?
- ¿Cuáles son los principales pilares o módulos que se cubren en tu curso?
- ¿Qué diferencia tu curso «Vivir con Hijos» de otros recursos de paternidad?
- ¿Podrías compartir alguna historia de éxito o testimonio de padres que hayan completado tu curso?
- ¿Qué tipo de apoyo pueden esperar los padres al inscribirse en «Vivir con Hijos»?
- ¿Cómo puede este curso ayudar a los padres a equilibrar sus responsabilidades laborales y familiares de manera más efectiva?
- ¿Hay algún consejo práctico o ejercicio del curso que podrías compartir con nuestros lectores para que puedan empezar a mejorar su vida familiar hoy mismo?
- ¿Cómo te aseguras de que el contenido del curso se mantenga actualizado y relevante para los padres actuales?
- ¿A quién va dirigido el curso de «Vivir con Hijos»?
- ¿Este curso sirve también para padres de niños con condiciones especiales?
- 💡 ¿Tu Próxima Gran Inversión?
¿Qué te inspiró a crear el curso «Vivir con Hijos» y cómo crees que puede beneficiar a los padres de hoy en día?
Antes de responderte te planteo estas preguntas:
¿Por qué el entusiasmo tan grande que sienten los padres durante el tiempo del embarazo se convierte tan rápidamente en preocupación, frustración y ganas de salir corriendo de un bebé que demanda todo el tiempo?
¿Y por qué el bebé con el que se nos caía la baba se convierte tan pronto en un pequeño enemigo al que hay que vencer antes de que nos venza a nosotros?
La respuesta es que los padres solemos creer que con amar a los hijos es suficiente. Y desde luego que es muy importante. Pero no es suficiente. También es necesario saber en qué consiste ser niño.
Tenemos que saber qué es lo que pasa en esta etapa tan especial de la vida que es la infancia.
Los niños necesitan unas condiciones de vida muy específicas. Y el problema es que la vida de hoy está muy lejos de las condiciones que necesitan los niños.
Si nos dejamos llevar por la corriente de lo que hace todo el mundo, es muy difícil que nuestros hijos tengan lo que necesitan. Y eso hace que la vida con ellos se haga tan difícil.
Porque un niño no puede decirnos con palabras que no tiene lo que necesita. Nos lo dice teniendo comportamientos difíciles.
Hoy en día, para dar a los hijos lo que necesitan, y para que la vida con ellos no se convierta en un conflicto continuo, hay que proponérselo, porque no sale solo.
Y para eso es necesario conocer en qué consiste la infancia. Esto es lo que ofrezco en «Vivir con Hijos».
La Experiencia de Gemma Sanz
Soy madre desde hace 25 años, y me encontré con dificultades muy pronto.
Mi hijo nació prematuro y, aunque no tenía ningún problema de salud, pasó sus primeros 8 días de vida en una incubadora, separado de mí.
Estos protocolos médicos que se supone que son para cuidarnos, resulta que tienen un coste muy alto.
Más tarde aprendí que un recién nacido necesita estar en contacto con su madre, y una madre necesita estar en contacto con su recién nacido. Porque así es nuestra naturaleza humana, y cuando vamos contra ella sufrimos.
Eso fue lo que vivimos nosotros: mi hijo se pasó varios meses llorando a todas horas. Yo nunca en mi vida había visto a un bebé llorar tanto. Y yo tenía un profundo sentimiento de haberle fallado.
Este mal comienzo tuvo una parte positiva: me dio el impulso para buscar soluciones. Aparqué mi profesión y me lancé a investigar en qué consiste la infancia y qué necesitan los niños para su bienestar.
Los Inicios
Aprendí muchísimo sobre el embarazo, el parto y los primeros meses de vida. Pero lo que me cambió la vida fue conocer a Mauricio y Rebeca Wild, en el 2000, a través de sus libros y de sus cursos. Ellos habían creado una escuela que, más que una escuela, era un lugar donde ofrecían a los niños las condiciones para crecer y desarrollarse en todos los aspectos de su ser, no sólo para aprender.
Lo tuve claro desde el principio. ¡Esa era la infancia que yo quería para mi hijo! Y cuando él tenía 3 años, me junté con otras familias para construir una escuela como la suya.
Durante 9 años vivimos momentos increíbles viendo cómo se iba haciendo realidad lo que habíamos aprendido de ellos. Que era verdad que «el niño sabe lo que necesita para su desarrollo» y que «tiene el impulso de ir a buscarlo sin necesidad de que se le presione».
También vivimos momentos difíciles, cuando no lográbamos comprender lo que los niños mostraban con sus comportamientos. Pero fue de esos momentos difíciles de los que más aprendimos.
Los Aprendizajes de Gemma Sanz
Uno de los aprendizajes más grandes fue que, en realidad, la escuela no es tan importante. Que es en la familia donde el niño construye los cimientos para la vida. Y donde se establecen las relaciones que determinan su vida.
Mi hijo estuvo en esta escuela hasta los 11 años, y después entró en el sistema escolar convencional.
Poco después, yo abrí mi propio proyecto de madre de día, en el que cuidaba diariamente en mi casa a 4 niños entre 1 y 3 años, como una alternativa a la guardería.
Fueron otros 9 años de consolidar lo que había aprendido, y de seguir viendo el impulso tan grande que tienen los niños por la vida cuando las circunstancias son adecuadas.
Cuando ya llevaba más de 10 años en este camino, creció mucho el interés en otras formas de educación. Así que empecé a dar formaciones sobre cómo crear las circunstancias óptimas para el desarrollo y la vida de los niños.
La Creación del Curso «Vivir con Hijos»
En 2020 conocí, a través de las redes sociales, a Sergio Fernández, emprendedor y formador en desarrollo personal y profesional.
Descubrí que sus valores eran muy similares a los míos, que en esencia son la confianza en la gran capacidad de logro que tenemos los seres humanos. Él los enfocaba en los adultos y el emprendimiento, y yo los enfocaba en los niños y en su desarrollo como personas.
Cerré mi proyecto y empecé formarme con él para llevar mis formaciones al mundo online. Un año después ocurrió algo mágico: por pura casualidad le conocí personalmente, supe que tenía un hijo de 1 año, y que necesitaba una persona para cuidarle unas horas al día. La afinidad en nuestros valores derivó en que la persona para cuidar a su hijo fui yo, y la formación online la desarrollé con IPP: en 2022 creamos «Vivir con Hijos».
Lo que he descubierto en estos años es que hay mucho conocimiento científico sobre cómo es el desarrollo humano y sobre lo que necesitan los niños, pero que se queda en los libros. No llega a la vida cotidiana de las familias.
El propósito de «Vivir con Hijos» es precisamente hacer de puente entre esos dos mundos: tomar ese conocimiento científico para comprender qué necesitan los niños en su vida cotidiana, con sus padres y en su hogar. Y que eso permita a los padres dar a sus hijos la vida que quieren para ellos.
¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentan los padres en estos tiempos y cómo aborda tu curso estos retos?
Los desafíos que se encuentran hoy en día los padres son parte del desafío general que nos presenta nuestra forma de vida: una visión materialista, individualista y mecanicista del mundo, que no tiene en cuenta otras dimensiones del ser humano.
El Papel de la Familia en la Crianza
Para empezar, se ha perdido el sentido de la familia. Cuando yo era pequeña, la familia era un equipo y las responsabilidades estaban repartidas pensando en el bien de todos. El cuidado del hogar y de los hijos estaba tan valorado como trabajar fuera y conseguir dinero. Desde luego, no era todo perfecto. Pero considero que lo que ha venido después ha traído más problemas que soluciones. Ahora, sólo se considera importante el trabajo remunerado.
Las labores de cuidado del hogar y de los hijos están completamente desvalorizadas. No hay más que ver que ahora las desempeñan las personas con más baja cualificación, y son las peores pagadas. Las mujeres se han creído que la forma de vida que tenían los hombres era más interesante que la suya. Que se iban a sentir a sentir más realizadas en un trabajo fuera de casa. Y que de cuidar a sus hijos se podía ocupar cualquier otra persona.
Yo descubrí que todo esto era una mentira enorme.
Antes de ser madre, yo también puse la vida profesional en el primer lugar de mi lista de prioridades. Durante 8 años trabajé como ingeniera industrial, en España y en el extranjero. Y la verdad, nunca encontré ese glamur que se supone que tiene el mundo de las grandes empresas.
Sin embargo, cuando nació mi hijo me sorprendí mucho de que cuidarle me aportaba una satisfacción personal que el trabajo nunca me había aportado. Y con el tiempo descubrí que estar con niños era un aprendizaje continuo sobre aspectos muy profundos del ser humano, que me enriquecía mucho como persona.
No es una Cuestión de Modas
Ahora, mi mensaje para todas las madres (y también para los padres) es que no se dejen llevar por la moda. Que cuidar a los hijos es una labor muy valiosa con la que pueden sentirse plenamente realizados.
No quiero decir que haya que volver al pasado. Eso ya pasó. Pero cada familia puede encontrar su propio equilibrio en el que el cuidado de los hijos recupere su auténtico valor. No sólo por el bien de los hijos; también por lo mucho que pueden enriquecerse los propios padres.
Sobre la Formación Académica y la Crianza
Igual que se ha sobrevalorado el trabajo remunerado, también se ha sobrevalorado la formación académica.
La vida de los niños está enfocada a que se llenen de conocimientos para que tengan un buen trabajo en el futuro. Así que gran parte de su vida consiste en estar sentados en sus pupitres mirando la vida desde los libros. Y en casa, haciendo tareas para memorizar todo lo que les han contado en el colegio. Desde que son pequeños, sólo se les mira en función de lo que aprenden.
No hay más que ver el interrogatorio que se hace a los niños que están aprendiendo a hablar: «¿Esto cómo se llama?», «¿Esto de qué color es?». No se les mira como personas. No se tiene en cuenta que, aunque sean niños, también tienen sus propios intereses. Ya no tienen tiempo para jugar. Y los pocos juegos que hacen están organizados por adultos para que sigan aprendiendo. Más que a disfrutar, el juego está orientado a competir y a ganar.
Esta forma de vida, en la que casi no hay lugar para las relaciones afectivas ni para los intereses personales, genera un sentimiento de vacío enorme. En los niños provoca todas las dificultades que ya se han vuelto habituales, desde problemas de comportamiento y adicción a las pantallas, hasta trastornos de atención y adolescencias problemáticas.
El Enfoque de «Vivir con Hijos»
En «Vivir con Hijos» partimos de que todos los seres humanos tenemos “un algo interno” que nos dice lo que tiene sentido para nosotros. Llevar a cabo lo que para cada uno tiene sentido se llama autorrealización. Y es el fin más elevado de la vida.
Lo interesante es que este «algo interno» no está sólo en los adultos. Los niños también lo tienen, porque tienen un propósito muy importante que cumplir y que les da sentido: desarrollar todas las capacidades que les van llevando poco a poco a convertirse en adultos.
Aprender a andar, a hablar, a subirse a los columpios, a hacer puzles, a leer y escribir, a hacer cálculos matemáticos, a planificarse para conseguir objetivos, a gestionar sus emociones, a resolver conflictos, a colaborar con los demás y a infinidad de cosas más.
Esto es tan obvio que lo pasamos por alto. Sin embargo, es lo más importante que ocurre en la infancia.
Pero no ocurre de cualquier manera. Nuestra naturaleza determina cómo es este proceso. Y cuando el proceso ocurre tal y como lo determina la naturaleza, los niños se sienten bien. Es así de sencillo.
En «Vivir con Hijos» vemos con detalle cómo es este proceso de desarrollo, y cómo permitirlo y favorecerlo en la vida cotidiana.
En definitiva, vemos cómo dar a los niños una vida con sentido, que les aporte bienestar y satisfacción. Las bases para una vida plena.
¿Cuáles son los principales pilares o módulos que se cubren en tu curso?
Todas las necesidades del niño giran alrededor de su propósito más importante: llevar a cabo su proceso de desarrollo. El proceso que le va a llevar a convertirse en adulto en su potencial más elevado.
Para atender estas necesidades, en «Vivir con Hijos» proponemos construir la relación con los hijos sobre 3 pilares: el Amor, la Autonomía y la Autoridad.
Todos sabemos la intensidad que puede tener el llanto de un bebé que reclama a su madre para que le coja en brazos. O las peleas que pueden llegar a tener 2 hermanos para quedarse con la atención de sus padres. Y es que esto es lo primero que un niño necesita en su vida: el amor de sus padres.
Pilar 1: El Amor
Todos los padres aman a sus hijos, sin embargo, el amor que necesitan los hijos es más que un sentimiento. Lo que necesitan es experimentarlo a través de vivencias concretas, como son tener sus cuidados y su atención.
En «Vivir con Hijos» vemos todas las claves para que las experiencias de la vida cotidiana se conviertan para los hijos en la vivencia de sentirse amados. Es lo que configura el primer pilar, el Amor.
Seguramente estarás acostumbrado a ver a los padres llevando a sus hijos de las manos para que aprendan andar. Y seguramente no me creas si te digo que los niños son capaces de aprender a andar sin que alguien les enseñe. A andar y a infinidad de cosas más. Con 6 años, mi hijo desmontó un secador y con el motor se construyó una máquina cortacésped, sin que nadie le dijera cómo hacerlo.
Hoy en día no se concibe que el niño es capaz de aprender sin que alguien le enseñe (al menos sin la forma de enseñar a la que estamos acostumbrados). Sin embargo, adquirir todas estas capacidades que llevan al niño a convertirse en adulto no es algo que viene de fuera, sino que es un proceso biológico que nace dentro de cada niño. Lo único que el niño necesita es tener ciertas experiencias con el mundo que le rodea. En la primera infancia, lo que necesita es jugar. Y lo que necesita de los padres es que le construyan espacios que le permita un juego de calidad.
Y hablando de Autonomía, es posible que queriendo que tu hijo esté contigo y no se sienta rechazado, le dejes que te ayude a hacer la cena, aunque eso haga que tardes el doble y que la cocina acabe echa un desastre.
En «Vivir con Hijos» vemos cuáles son las experiencias que los niños necesitan en cada etapa de la vida, y cómo crear espacios de juego. Es lo que configura el segundo pilar, la Autonomía.
Pilar 2: La Autonomía
Y hablando de Autonomía, es posible que dejes que tu hijo saque la tierra de las macetas para que tenga las experiencias que necesita, aunque eso te obligue después a estar una hora limpiando.
Y hablando de Amor, es posible que queriendo que tu hijo esté contigo y no se sienta rechazado, le dejes que te ayude a hacer la cena, aunque eso haga que tardes el doble y que la cocina acabe hecha un desastre.
Los conceptos de Amor y Autonomía a veces llevan a los padres a dar a los hijos todo lo que piden, y a dejarles hacer todo lo que quieren. O sea, a no ponerles límites. Más aún cuando la forma de autoridad que ellos vivieron en su infancia fue reprimir sus intereses a base de enfados y castigos. Sólo pueden ver el Amor y la Autonomía como el polo opuesto a la Autoridad. Pero eso enseguida hace la vida muy difícil.
Si tienen nuestra atención durante ciertos momentos del día, y tienen un espacio preparado para hacer sus juegos, no hay ningún problema en que digamos que «No» a hacer la cena con nosotros y a sacar la tierra de las macetas. Al revés de lo que pudiera parecer, dar Amor y Autonomía a los hijos no significa que los padres renuncien a sus propias necesidades.
Pilar 3: La Autoridad
En el tercer módulo, vemos cómo definir límites y cómo ponerlos para que estén construidos sobre los pilares del Amor y la Autonomía. Es lo que configura el pilar de la Autoridad. Una forma de autoridad que no tiene nada que ver con autoridad represora y dura que muchos hemos conocido.
Cuando se construye cada uno de estos 3 pilares de forma sólida y en equilibrio con los otros 2, el resultado es que las necesidades de los niños están satisfechas. Y eso se traduce en su bienestar. Pero cuando no es así, el resultado es malestar y comportamientos difíciles.
Aquí, en el último módulo de «Vivir con Hijos», también vemos cómo actuar ante los comportamientos difíciles, y cómo apoyar al niño para que recupere su estado de bienestar.
¿Qué diferencia tu curso «Vivir con Hijos» de otros recursos de paternidad?
Por lo que yo conozco, hay muchos cursos que han surgido como una forma de irse al extremo opuesto de la forma de educación represiva y autoritaria que muchos de nosotros recibimos de niños.
Demandas vs Necesidades
Por ejemplo, en esta moda de la «crianza respetuosa», se interpreta el respeto como no frustrar las necesidades del niño.
Es un buen punto de partida. Sin embargo, en la práctica se considera que todo lo que el niño pide es porque lo necesita, lo que sólo es cierto en los bebés de pocos meses.
Antes del año, los niños aprenden a pedir muchas cosas que no necesitan tanto, o que no necesitan a todas horas, y a las que no habría ningún problema en decir «No».
Se confunden demandas con necesidades.
El Juego y los Llantos
También se considera que el mejor amor que los padres pueden dar a sus hijos es jugar con ellos. Entretenerles y fascinarles con juegos fantásticos. No se comprende que el juego es la actividad en la que se basa el desarrollo del niño. Pero para que cumpla esta función, el niño tiene que ser el protagonista de su juego.
También se considera que el llanto es un error de la naturaleza que hay que evitar a toda costa. Entonces se recurre al pecho como varita mágica para todo, desde tapar el dolor por un golpe hasta para dormir.
Todo esto lleva a lo que se ve con tanta frecuencia, niños muy demandantes, que se frustran con mucha facilidad y que recurren al pecho de su madre ante cualquier dificultad.
Los Castigos y los Límites
También hay corrientes que, tratando de evitar los castigos, evitan decir «No» a los niños. Consideran que el «No» hace daño al niño. No pueden ver los límites más que como formas de castigo.
Entonces recurren a estrategias como el «refuerzo positivo», que es alabar en exceso los comportamientos que se consideran adecuados. O a evitar el «No» a través de ofrecer otras alternativas, lo que confunde muchísimo a los niños.
En mi experiencia, los niños se manejan muy bien con el «No». El «No» no es un problema en sí mismo. El problema es la carga emocional de rechazo y desprecio que se le suele añadir. Esto es lo que hace daño al niño. Pero se puede separar el «No» de la carga emocional. Se pueden poner límites sin que sean castigos.
El Ritmo del Desarrollo
También hay un montón de recursos orientados a la estimulación temprana, con el objetivo de que los niños desarrollen un montón de habilidades lo más pronto posible. Se cree que “antes es mejor”. No se tiene en cuenta que el desarrollo de los niños tiene su propio ritmo, y que pretender acelerarlo sólo les provoca estrés. Y que la vida cotidiana y la relación con las personas cercanas es lo que motiva al niño a llevar a cabo su desarrollo, sin necesidad de estímulos artificiales.
Yo también me dejé llevar en su momento por algunas de estas corrientes, creyendo que lo mejor para mi hijo era irme al extremo opuesto de lo que yo había vivido de niña. Pero el otro extremo trae otros problemas. Con la experiencia, y con la referencia de personas que llevaban más tiempo que yo en este camino, pude encontrar la forma de integrar lo positivo de cada uno de los extremos. Eso lo que ofrezco en «Vivir con Hijos». Otra forma de ver el respeto, otra forma de ver los límites, y otra forma de ver el desarrollo de los niños que no es ni el extremo de lo que vivimos de niños, ni el extremo opuesto.
¿Podrías compartir alguna historia de éxito o testimonio de padres que hayan completado tu curso?
Estas son las palabras de algunas personas que han hecho el curso de «Vivir con Hijos»:
«Nos apuntamos al curso porque teníamos muchos desafíos. Con la llegada de nuestro segundo hijo, nuestra hija mayor empezó a tener muchas rabietas y no sabíamos qué hacer. Nos impactó comprender el papel del llanto y aprender a acompañarlo. Entendí que las rabietas se debían a la llegada de su hermano. Empezamos a permitirlas y a acompañarlas. Mi hija se pasó 3 semanas de mucho llanto, y después su comportamiento cambió por completo. También nos impactó el Módulo de la Autonomía. Yo me pasaba el día jugando con mis hijos. En el curso aprendimos a construir un espacio de juego, y dejamos de jugar con ellos. ¡Y empezamos a tener tiempo para hacer las cosas! Fue un antes y un después.»
Elena González, mamá de una niña de 3 años y medio, y un bebé de 11 meses
«Cuando ví que los terribles 2 años se convirtieron en los terribles 3, me dí cuenta de que necesitaba hacer algo. Me inscribí en «Vivir con Hijos» y he vivido una transformación absoluta. Pasé de estar siempre estresada, agobiada y en un caos absoluto, a encontrar paz mental. El Módulo que más me impactó fue el del Amor. Antes, vestir y cambiar el pañal a mi hijo era una pelea continua. Pero en este Módulo aprendí que el cuerpo del niño es sagrado. Ahora le visto con las claves que nos da el curso y mi hijo ya nunca se resiste. Al contrario, cuando le digo que le voy a vestir, me dice “´Vale mami´.»
Laura Díez, mamá de un niño de 3 años y medio
«Cuando mi hijo era más pequeño, a mí me salía muy natural el rol maternal de nutrirle y protegerle. Pero según se ha hecho mayor, ha empezado a contestarme y a cuestionarme, y han empezado a surgirme muchas dudas. En general te dicen que hace falta mano dura, pero yo pensaba que tenía que haber otras maneras. Necesitaba orientación y ayuda. «Vivir con Hijos» me ha dado otra visión y otras pautas a seguir, y ha hecho que ahora esté mucho más tranquila.»
Sara Torne, mamá de un niño de 7 años
«Nosotros queríamos una crianza respetuosa, pero como no la habíamos vivido, no sabíamos hacerlo. El curso ha sido un camino en el que he ido descubriendo cómo ser yo como madre. Ahora me siento más segura, y estoy con mi hija como yo quería estar. También ha sido un proceso personal brutal, pero ha sido muy bonito.»
Marta de Castro, mamá de una niña de 3 años
«Antes de hacer el curso tenía muchas dificultades con mi hijo. Sus rabietas me causaban mucho estrés y mucha culpabilidad. Sentía que no era una buena madre. Con el curso he aprendido a sostener las rabietas, a colocarme ante mi hijo, y a establecer una autoridad en equilibrio con el amor y la autonomía.»
Zahraa Boufrari, mamá de un niño de 3 años
«Para mí lo más significativo de este curso ha sido aprender que a los niños tenemos que dejarlos ser.»
Almu Belando, mamá de una niña de 7 años y un niño de 4 años
¿Qué tipo de apoyo pueden esperar los padres al inscribirse en «Vivir con Hijos»?
«Vivir con Hijos» está formado por 6 Módulos grabados en vídeo, en los que explico por qué construir la relación con los hijos sobre estos 3 pilares, el Amor, la Autonomía y la Autoridad. Explico también cómo construir cada uno de ellos, y cómo integrarlos.
En cada Módulo propongo algunas dinámicas vivenciales para los padres, para que lo que explico no se quede en un mero conocimiento racional, sino que puedan experimentarlo. Eso les permite un aprendizaje más integral.
También ofrezco bibliografía sobre cada tema tratado, para que puedan profundizar mucho más sobre él.
Y hago varias propuestas de trabajo, para que lleven el conocimiento a la vida cotidiana, que es lo que de verdad transforma la relación con los hijos.
Al final del curso, ofrezco 6 eBooks con los temas que más suelen preocupar a los padres, y que a la vez sirven de ejemplo de cómo abordar las situaciones de la vida cotidiana desde el equilibrio de los 3 pilares. Esos temas son: la alimentación, el sueño, los conflictos entre niños, las pantallas, las diferencias de criterio entre los padres, y la participación de los niños en las tareas de la casa.
Durante 6 meses, los padres pueden contactar conmigo por email para hacerme preguntas sobre los temas del curso, sobre cómo poner en práctica este conocimiento en su situación particular, y sobre cómo resolver sus dificultades con sus hijos.
¿Cómo puede este curso ayudar a los padres a equilibrar sus responsabilidades laborales y familiares de manera más efectiva?
Normalmente se piensa que un niño pequeño necesita una dedicación constante. Y eso hace que los padres tengan muy poco tiempo para atender otras cosas.
No voy a negar que los niños requieren mucha atención, pero no tanta como ser cree. Desde luego que necesitan recibir los cuidados de los padres, y necesitan muchos momentos de cercanía con ellos. Esto es lo que hace que se sientan amados. Pero no es lo único que necesitan. Con el mismo grado de importancia necesitan jugar. Jugar a su manera. Dar rienda suelta a su enorme potencial de imaginación y fantasía, porque es una parte esencial de su desarrollo. Y es la base de su autonomía.
Lo interesante es que los dos tipos de experiencias son necesarias. Ninguno de ellos puede sustituir al otro. Y la clave del bienestar del niño está precisamente en el equilibrio de ambos: tiempo de calidad con los padres / tiempo de actividad autónoma. Cuando tienen tiempo de calidad con sus padres, sus necesidades de amor quedan tan colmadas que surge en ellos el impulso por explorar el mundo a través de su juego. Eso les aporta mucho bienestar. Y a los padres les da el tiempo que necesitan para hacer sus cosas.
En «Vivir con Hijos» vemos cómo se pueden organizar espacios de juego que permitan un juego de calidad que verdaderamente enriquezca al niño, de acuerdo con su edad. Y también vemos cómo establecer rutinas cotidianas para que ambos tipos de necesidades queden cubiertos, y en las que también haya lugar para las necesidades de los padres.
¿Hay algún consejo práctico o ejercicio del curso que podrías compartir con nuestros lectores para que puedan empezar a mejorar su vida familiar hoy mismo?
Sí, en «Vivir con Hijos» propongo varias dinámicas que permiten a los padres tomar conciencia de la importancia que tiene la forma en que tocan y manipulan el cuerpo de su hijo cuando le lavan o le visten. Por ejemplo, cuando lo hacen sin mirarles a los ojos, o con prisas, o por sorpresa y sin previo aviso, o agarrándoles con fuerza. Son dinámicas que muestran que el niño construye sus sentimientos hacia sí mismo y hacia la persona que le cuida en base a cómo ésta trata su cuerpo.
Yo lo resumo es esta frase:
«Lo que el niño experimenta en su cuerpo se convierte en el sentimiento de quién es él.»
Gemma Sanz, creadora del curso «Vivir con Hijos»
Una de las dinámicas es la siguiente:
PREPARACIÓN
Se realiza en pareja.
Se necesita una toalla, una hoja de papel y un boli.
Se necesitan unos 15 minutos sin interrupciones.
El propósito es que una persona seque las manos a la otra, con 2 consignas diferentes.
CONSIGNA 1
La persona 1 seca la mano izquierda de la persona 2. Lo hace de forma normal, pero sin mirarle a los ojos, y distraída hablando con una tercera persona, o mirando el móvil.
Lo hace durante uno o dos minutos.
Cuando termina, la persona 2 se pone de pie con los brazos sueltos hacia abajo, cierra los ojos y siente cómo está su mano izquierda. Y se toma un momento para escribirlo, sin contar a la persona 1 lo que siente.
CONSIGNA 2
La persona 1 seca la mano derecha de la persona 2. Lo hace de forma normal, pero alternando su mirada a los ojos, a la mano de la persona 2. Hablando de vez en cuando con ella de lo que está haciendo. Sin hablar con otras personas y sin distraerse con otras cosas.
Lo hace durante uno o dos minutos.
Cuando termina, la persona 2 se pone de pie con los brazos sueltos hacia abajo, cierra los ojos y siente cómo está su mano derecha. Y después la compara con su mano izquierda. Y se toma un momento para escribirlo, sin contar a la persona 1 lo que siente.
Después se intercambian los papeles y se repite el proceso.
Cuando terminan, pueden compartir lo que han sentido. Y la persona 2 vuelve a cerrar los ojos y vuelve a sentir cómo están sus manos. Después de este rato, ¿ha cambiado algo o siguen igual?
Recomiendo que no den por supuesto lo que van a sentir. ¡Se van a sorprender!
Sólo esta dinámica puede suponer un cambio enorme en la relación con sus hijos.
¿Cómo te aseguras de que el contenido del curso se mantenga actualizado y relevante para los padres actuales?
Yo estoy en contacto permanente con madres y padres, porque atiendo continuamente sus preguntas en «Vivir con Hijos», y les atiendo en sesiones de Asesoría. Y porque sigo cuidando a niños, sigo saliendo a los parques, y sigo viendo cómo es la vida de las familias.
Lo que veo es que las dificultades esenciales de los padres de hoy siguen siendo las mismas que yo tenía cuando mi hijo era pequeño. Quizá ha cambiado el grado de algunas de ellas. Por ejemplo, veo que los niños cada vez tienen un acceso más fácil a los móviles. Pero las soluciones siempre son las mismas, porque se basan en cómo es el desarrollo humano. Y eso no cambia.
¿A quién va dirigido el curso de «Vivir con Hijos»?
«Vivir con Hijos» está dirigido en especial a madres y padres de niños menores de 7 años.
También a las personas que están pensando en ser padres, porque van a aprender a dar a sus hijos lo que necesitan ya desde antes de nacer, y en sus primeros momentos de la vida.
También a los padres que están en procesos de adopción, porque van a aprender a apoyar a sus hijos tras la vivencia traumática que supone la separación de sus padres biológicos.
También a cuidadoras y educadoras infantiles, y a madres de día.
Y a psicólogos que dan apoyo a madres y padres.
Pero «Vivir con Hijos» ofrece conceptos fundamentales de la vida y de la infancia, por lo que también se han beneficiado de él madres y padres de niños entre 7 y 12 años, cambiando algunos detalles en la forma de llevarlo a la práctica.
También madres y padres de adolescentes, porque les ha permitido comprender mejor los comportamientos de sus hijos, relacionándolos con lo que les faltó cuando eran pequeños.
E incluso personas sin hijos, porque les ha servido como trabajo personal para comprender mejor sus propias experiencias de infancia.
¿Este curso sirve también para padres de niños con condiciones especiales?
Por supuesto que sí. Las bases de la vida, en esencia, son las mismas para todos los seres humanos. Y la relación con los niños se basa siempre en estos 3 pilares, Amor, Autonomía y Autoridad. También para los niños que tienen condiciones especiales. Es posible que algunos detalles prácticos cambien, pero la esencia es la misma.
Aunque sea necesaria la ayuda de especialistas para resolver o mejorar su situación, lo más importante en la vida de un niño, y lo que más le ayuda a resolver cualquier situación complicada, es la vida cotidiana con sus padres y en su hogar.
Para estos padres es particularmente importante aprender a amar a un hijo que presenta unas condiciones diferentes a los de la mayoría. Y aprender a confiar en su camino de vida, porque todos los seres humanos, sea cual sea nuestra condición, tenemos unas capacidades que desarrollar.
Esto es lo que pueden aprender en «Vivir con Hijos».
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