A veces, las mejores decisiones no son las más cómodas.
Sentirse bien no debería ser el objetivo inmediato; el verdadero bienestar llega cuando hacemos lo que sabemos que debemos hacer, aunque no sea lo que queremos en el momento.
En este post quiero hablarte de ejemplos de cómo este principio puede cambiar tu vida y cómo aplicarlo en tu vida.
El Engaño del Sofá
Imagina un día cualquiera. Estás cansado después de trabajar, te tumbas en el sofá y sientes la tentación de pasar un rato mirando el móvil.
Salir a correr o ir al gimnasio parece un sacrificio.
Sin embargo, ¿cómo te sientes después de una hora frente al móvil?
Probablemente igual o incluso peor, cargado con una sensación de tiempo perdido.
Ahora, piensa en el sentimiento después de hacer deporte.
Puede que empieces con pereza, pero al terminar sientes satisfacción contigo mismo.
Además, los beneficios no terminan ahí: el día siguiente tu cuerpo te lo agradece y, en el largo plazo, se convierte en una inversión visible en tu salud y bienestar.
El sofá puede darte comodidad ahora, pero el deporte te da satisfacción para siempre.
Un Dulce vs. una Ensalada
Comerte un dulce puede parecer irresistible en el momento. Esa explosión de azúcar en tu boca te da unos segundos de felicidad… pero luego vienen los remordimientos.
Ese dulce no te acerca a tus metas físicas ni a sentirte bien contigo mismo a largo plazo.
Por el contrario, elegir una ensalada o un plato saludable puede no ser tan “emocionante” en el momento, pero te deja una sensación de control y orgullo después que dura mucho más tiempo.
Haz esta pregunta cada vez que elijas: ¿qué decisión me hará sentir mejor después?
No pienses solo en el momento, piensa en el “yo” que te espera luego.
Tu Proyecto
Cuando tienes un rato libre, ¿qué haces?
Es fácil caer en el entretenimiento vacío, pero piensa en esto: si usas esas horas para avanzar en tu proyecto, aunque sea con tareas pequeñas, estarás construyendo un futuro que vale la pena.
Quizá hoy te cuesta ponerte a escribir, enviar un correo, o aprender algo nuevo. Pero, ¿cómo te sentirás al acostarte sabiendo que has dado un paso hacia tus metas?
Haz lo que debes, no lo que quieres.
Recuerda que el largo plazo no es tan largo como parece.
Los años pasan volando, y las pequeñas acciones diarias suman muchísimo más de lo que imaginas.
Si persistes en un propósito digno durante 10 años, es casi imposible no conseguir frutos. Más de 9 de cada 10 de los que insisten llegan al éxito simplemente porque no se rinden.
El tiempo es tu aliado si lo aprovechas.
Conclusión: Decide con la Vista Puesta en el Futuro
Haz lo que debes, no lo que quieres. Este principio no solo transforma tu cuerpo, tus hábitos y tu proyecto personal, también transforma tu vida.
Cada vez que enfrentes una elección, pregúntate: ¿Cómo me hará sentir esta decisión después?
El sofá, el dulce, y el entretenimiento pueden parecer irresistibles ahora, pero no tienen nada que ofrecerte después.
En cambio, el esfuerzo, la disciplina y las elecciones inteligentes construyen un “después” que siempre será mejor.
Cuéntame en los comentarios: ¿Qué acción vas a priorizar hoy para sentirte mejor después? Me encantará leerte y responderte.
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“El largo plazo recompensa al paciente y al persistente. Haz lo que debes, y lo que quieres llegará como consecuencia.”
Napoleon Hill, autor de Piense y Hágase Rico
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