Todos los días, cuando la pequeña Sarah volvía del colegio, su padre le preguntaba:
”¿En qué has fracasado hoy?”
Lo tenía claro: fracasar significaba intentar algo.
Y si su hija no fracasaba, era porque no estaba intentando suficientes cosas.
Años después, ya adulta, Sarah tuvo una idea: crear ropa interior moldeadora para mujeres sin costuras visibles.
¿Experiencia en moda? Ninguna.
¿Contactos? Cero.
¿Dinero? Apenas 5.000 dólares ahorrados.
¿Miedo a fracasar? No.
Sarah ya estaba “entrenada” para fallar sin que le doliera.
Así que insistió hasta que un fabricante le dio una oportunidad.
Así nació Spanx.
Los inicios fueron duros. Sarah vendía bragas y fajas puerta a puerta.
Pero entonces, Oprah Winfrey, la presentadora más influyente de EE.UU., mencionó en su programa que su ropa interior favorita era Spanx.
Boom. Pico en ventas.
Y ahí apareció un miedo.
Una voz interna saboteadora: ¿Y si ha sido solo un golpe de suerte? ¿Y si no me lo merezco? ¿Y si todo se viene abajo mañana?
El miedo a ganar es real. Mucha gente se sabotea justo cuando está más cerca del éxito.
El cerebro humano está programado para temer más a perder que a ganar.
Pero Sarah hizo lo contrario.
Ignoró su voz traicionera y dobló la apuesta.
Invirtió más en publicidad y más en producción.
Así pasó de vender puerta a puerta a convertirse en una mujer billonaria.
Mientras otros se habrían asustado o acomodado con los resultados cosechados hasta el momento, ella abrazó el miedo a crecer.
La mayoría nunca lo habría hecho. Porque el cerebro humano está programado para la seguridad, no para la expansión.
Pero Sarah había sido “hackeada” desde pequeña para no seguir el mal camino.
Ahora que sabes que esta trampa existe, úsala a tu favor y avanza por la buena senda.
Y para evitar este tipo de trampas:
Abrazo.