Dos tipos caminan por la calle. No se conocen. No saben el uno del otro.

Ambos ven el mismo coche deportivo rojo, un espectáculo sobre ruedas.

El primero tuerce el gesto:

— Las llantas son horribles. Yo no lo habría comprado así. Además, en breve sacan el modelo nuevo y este quedará obsoleto. Mejor no lo miro mucho, no vaya a ser que el dueño se crea importante. Seguro que se lo ha regalado su padre o lo ha heredado.

El segundo lo ve y se le encienden los ojos:

— ¡Qué cochazo! ¿Cómo habrá hecho el dueño para permitírselo? Ojalá pudiera hablar con él. Seguro que sabe algo que yo no sé.

Mismo coche. Dos reacciones totalmente opuestas.

Uno justifica su mediocridad. Se convence de que el éxito ajeno es injusto y cuestión de suerte. El otro lo usa como inspiración para crecer.

El 99% piensa como el primero. Por eso nunca tendrán el deportivo. Ni el coche, ni la casa, ni la vida que sueñan.

El 1% piensa como el segundo. El éxito ajeno le inspira para tomar acción. Y, eventualmente, consigue lo que quiere.

Todo se trata de mentalidad y de ti depende en qué grupo estar.

Y por eso el 99% no va a leer este libro:

Claridad Ancestral

Abrazo.