Cuando la cantante Billie Eilish apareció en la escena musical, muchos estaban confundidos:
Cantaba con voz baja.
Se vestía con ropa gigante.
No sonreía a las cámaras.
No se sexualizaba como la mayoría de las estrellas del pop.
¿La crítica? Inmediata.
“Está deprimida.”
“Eso no es música.”
“¿Quién se cree que es?”
Pero ella siguió a lo suyo.
Y mientras muchos la criticaban, millones de jóvenes la adoraban porque por fin se sentían representados.
No vino a gustar a todos. Vino a cantar para quien le gustara.
¿Resultado? Premios Grammy, giras mundiales y una legión de fans.
No porque quiso gustar a todos…
Sino porque cantaba para quien le gustara.
Si nadie te critica, no vas por el buen camino.
Si estás intentando caerle bien a todos, solo hay dos opciones:
O no estás diciendo nada interesante.
O tienes miedo a la crítica…
Y eso es un problema.
La crítica es un buen síntoma.
Porque nadie que importe pasa desapercibido sin ser criticado.
Y nadie que pase desapercibido consigue algo grande.
¿Quieres destacar?
Aprende a sostener la mirada cuando te critican.
Aprovecha la atención.
Y conviértela en influencia.
¿Otro ejemplo?
El libro que no gusta a todos, el que no pasa desapercibido.
Abrazo.