Fernando Alonso y Lewis Hamilton tienen más de 40.
Y siguen pilotando en la élite.
No en karting.
No en exhibiciones.
En Fórmula 1. Contra chavales que podrían ser sus hijos.
A más de 300 km/h. Con una precisión quirúrgica.
Pero cada vez que cometen un error, los de siempre saltan:
— Que si están viejos.
— Que se vayan a un asilo.
— Que ya no están para esto.
¿Perdón?
¿Desde cuándo vuestra opinión de piloto de sofá tiene valor?
¿Vosotros, que sólo conducís en la PlayStation, vais a decirle a un campeón del mundo cuándo retirarse?
La edad no te frena.
La excusa te mata.
Hay dos tipos de edad:
— La física, que se entrena.
— Y la mental, que se afila.
¿Y sabéis qué os está destruyendo?
La falta de dirección.
No la del coche. La de la vida.
No se necesitan años de menos. Lo que hace falta es un propósito claro.
Y para eso escribí este libro:
Abrazo.