Patufet era tan pequeño como una moneda.

Literalmente. Un niño minúsculo que quería hacer recados por su cuenta.

Pero no era idiota.

Sabía que, con ese tamaño, si no hacía algo para llamar la atención, lo iban a pisar.

Así que se puso a cantar.

Iba por la calle con su vocecita de pito repitiendo su canción, no por gusto, sino por supervivencia.

Porque entendía una cosa que mucha gente adulta hoy no entiende:

Si no te haces notar, te aplastan.

Y aquí viene el drama: hay tres tipos de personas.

1. Las que saben que son insignificantes y hacen algo para dejar de serlo (como Patufet).
2. Las que saben que son insignificantes, se resignan y no hacen nada.
3. Y las peores: las que ni siquiera saben que son insignificantes.

Estas dos últimas están siendo pisoteadas.

No cantan, no levantan la mano, no emprenden, no escriben, no publican, no venden.

Y luego se quejan.

Patufet era más inteligente: no importa cuán pequeño seas, si haces suficiente ruido, te van a ver.

Y si te ven, puedes avanzar.

Ahora, si quieres destacar:

Claridad Ancestral

O ignóralo si prefieres seguir pasando desapercibido.

Abrazo.