El otro día cenando con mi mujer, que es psicóloga, me preguntó con qué animal me identificaba (supongo quería psicoanalizarme).
Sin pensarlo, solté: “con una tortuga”.
Y acto seguido pensé: ¿En serio? ¿Una tortuga? ¿No podía haber dicho un león, un águila o un tiburón con “mentalidad de tiburón”?
Pues no.
Y cuanto más lo pensaba, más claro lo veía: soy una tortuga y a mucha honra.
Y tú, qué estás leyendo esto, seguramente te identifiques con una también.
Porque la tortuga no corre, pero AVANZA.
Porque la tortuga tiene el caparazón duro para no inmutarse por las críticas de bocachanclas que no han construido nada.
Y porque la tortuga vive más años que casi cualquier animal, lo que le sirve para aprender más de la vida.
Por eso, he cambiado el logo de mi blog por una tortuga rosa.
¿El rosa molesta a los que se creen duros? Mejor.
¿El logo lo he hecho con el Paint? Sí, suficiente.
Porque esto no va de diseño, va de esencia.
De avanzar aunque despacio.
De crecer aunque no se vean resultados.
De escribir cada día para mejorar juntos.
Y de compartir las claves del proceso contigo.
Por eso te dejo aquí mi libro:
No es para que lo leas. Es para que lo releas.
Abrazo.