Seguro que has oído esta frase: “Pues yo tengo un amigo informático que sabe un montón y lo arregla todo”.

Spoiler: es mentira.

No porque el amigo sea un inútil. Sino porque no sabe tanto como parece.

Lo que pasa es que como lo conocen, como es “el amigo del cuñado”, como ya ha solucionado un par de tonterías anteriormente, el boca a boca infla su reputación.

Se llama familiaridad.

Y la familiaridad atribuye autoridad.

Sí, aunque no haya grandes méritos reales detrás.

Por eso las grandes marcas no paran de meterte su logo hasta en la sopa.

Estadios, camisetas, anuncios de YouTube, la valla del campo del equipo de tercera división…

No lo hacen porque esperen que tú veas un cartel de Fairy y corras al súper a comprarlo como si no hubiera mañana.

Lo hacen porque saben que vas a necesitar lavar los platos algún día.

Y cuando lo necesites, vas a ir a lo familiar.

Lo que ya has visto mil veces.

Lo que tu cerebro ya ha aceptado como confiable.

¿Entiendes por dónde voy?

Tú también puedes usar esto.

Si quieres que la gente confíe en ti, compre tu producto o escuche tu mensaje… tienes que dejar de esconderte.

El que no se muestra, no existe.

El que no repite, no vende.

Por eso yo publico cada día.

Y por eso tú deberías estar leyendo mi gran libro:

Claridad Ancestral

Abrazo.