Entra un tío con camiseta sin mangas.
Brazos tensos, postura forzada.
Quiere que todo el mundo sepa que va al gimnasio.
¿Sabes qué significa eso? Inseguridad.
Alguien realmente fuerte no necesita demostrarlo. No lleva camisetas apretadas para llamar la atención porque no necesita validación externa.
Si a eso le sumas unas cejas perfiladas al milímetro y un degradado de barbería, el mensaje es claro: “Por favor, mírame.”
Este tipo sabe que le faltan resultados significativos en su vida y necesita compensarlo con la fachada.
El problema no es la ropa o sus músculos. Es la mentalidad.
Porque el primero que tiene que convencerse de su valor es él mismo.
La confianza se gana con resultados. Y esto no es solo cosa del gimnasio.
Si necesitas recordar tus logros, es que te costaron mucho y no son tan grandes.
Si tienes que presumir de lo que haces, es que aún no lo haces tan bien.
Tus resultados tienen que hablar por sí mismos. Que sean tan evidentes que no necesiten explicación.
Y en mi libro, descubres precisamente eso: cómo cosechar grandes resultados.
Abrazo.