Uno de los peores consejos que repiten gurús del crecimiento personal es este:
“Promete poco y entrega mucho.”
Puede parecer lógico y humilde. Pero es una falacia.
Te explico por qué.
Cuando tú mismo bajas las expectativas de lo que ofreces, le estás diciendo al mundo: “Esto no vale tanto.”
¿Y sabes lo que pasa con las cosas que no valen tanto?
La gente las trata como tal.
Como cosas baratas. De poco valor.
¿Quieres que te tomen en serio? ¿Que te escuchen? ¿Que te compren?
Haz justo lo contrario: promete mucho y justifica por qué vale tanto.
Es decir, genera altas expectativas.
¿Ejemplo? Un vino exclusivo.
Cuando pagas 300 euros por una botella, tu cerebro entra en modo lujo.
Antes siquiera de probarlo, ya sabes que va a saber bien.
Tu mente ya está codicionada por las altas expectativas del precio y tu cabeza trabaja para justificarlo.
¿Y sabes qué? Ese vino podría ser objetivamente similar a uno de 20 euros. Pero las altas expectativas elevan su sabor.
Eso mismo ocurre con tu producto, tu servicio, tu libro o contigo mismo.
Si no haces ver que lo que tienes es raro, valioso y difícil de conseguir, nunca te van a tratar como tal.
Así que olvida eso de esconder tu brillo para luego “sorprender”.
Brilla desde el minuto uno y no tengas miedo por ello. Es la estrategia correcta.
Y si este consejo no te parece que tiene valor, mejor no compres mi libro. Es más de lo mismo:
Abrazo.