En este post quiero compartir contigo mi opinión sobre cómo elegir el mejor colegio para tu hijo a través de una anécdota y una reflexión.
La búsqueda del colegio perfecto para mi hijo ha sido una aventura llena de nostalgia y reflexiones.
Vivir en un barrio con una amplia variedad de opciones educativas, desde colegios privados hasta públicos, ingleses, con o sin uniforme, nos ha dado a mi mujer y a mi la oportunidad de elegir lo que creemos mejor para nuestro pequeño.
A pesar de mis dudas sobre mi antiguo colegio, decidimos visitarlo, atraídos por sus amplias instalaciones que promueven el juego al aire libre, un aspecto que valoro profundamente por los recuerdos felices de mi propia infancia.
Una Anécdota de Mi Antiguo Colegio
Tenía unos 8 años y en aquel entonces, me encontraba un poco más adelantado en inglés que mis compañeros, gracias a las clases extraescolares que tomaba dos veces por semana en el British Council.
La razón detrás de esta dedicación extra era la firme convicción de mi madre sobre la importancia de dominar el inglés desde una edad temprana.
Según ella, mi padre había perdido una valiosa oportunidad laboral por no hablar el idioma, y estaba decidida a evitar que yo enfrentara la misma limitación.
Fue en el colegio, durante la lección sobre los verbos regulares en inglés, que la profesora comenzó a repasar el «past simple».
Empezó con ejemplos típicos, guiándonos a través de cada uno:
Profesora: – El pasado de «Listen» es «Listened».
Ella continuó: – Repetid conmigo, niños: «Listened».
Todos juntos: – Listened.
Ella procedió con más ejemplos, manteniendo el mismo ritmo:
Profesora: – El pasado de «Wash» es «Washed».
Niños en coro: – Washed.
Después de varios ejemplos, ella dijo:
Profesora: – El pasado de «Ride» es «Rided».
Interrumpí: – ¡NO! Eso no es correcto. «Ride» es un verbo irregular. Es «ride», «rode», «ridden».
Ella respondió, visiblemente molesta:
– ¡Andrés! Estás castigado. Sal de la clase ahora mismo.
Yo protesté: – Pero, ¡tengo razón!
Ella insistió: – ¡Fuera ya!
Me retiré al pasillo, cuestionando mi propia certeza y sintiéndome humillado delante de mis compañeros.
¿Cómo Acabó la Anécdota?
Dos días después, antes de la siguiente clase de inglés, la profesora me pidió hablar en privado:
Profesora: – Andrés, necesito hablar contigo un momento en el pasillo.
Ella admitió: – Revisé mis notas y vi que tenías razón. Felicidades, Andrés, parece que sabes mucho de inglés.
Aliviado por sus palabras, sentí que el bochorno de dos días atrás se esfumaba. Supuse que, al entrar a clase, ella reconocería su error ante los compañeros.
Pero cuando la lección continuó, esperé en vano esa corrección.
No sucedió.
Ella prefirió dejar que la clase aprendiera incorrectamente antes que admitir abiertamente que yo estaba en lo cierto.
Decidí no insistir, comprendiendo que su orgullo le impidió admitir el error delante de todos.
Esta experiencia me enseñó a una edad temprana una lección valiosa sobre el ego y la humildad en los adultos.
Reflexionando Sobre la Elección del Colegio de mi Hijo
Mirando atrás a esa anécdota de mi infancia, hoy en día no le otorgo mayor importancia a la hora de elegir el mejor colegio para mi hijo.
Estoy convencido de que todos mis antiguos compañeros de clase, al igual que yo, han logrado dominar el inglés a lo largo de los años y han adquirido las habilidades y conocimientos necesarios para avanzar en la vida, ya sea a través de la educación formal o por sus propios medios.
El contenido académico, aunque importante, no es lo único que define nuestra educación y futuro. Lo verdaderamente crucial, especialmente en las etapas tempranas, es la felicidad y el bienestar emocional.
Los recuerdos de jugar en el amplio jardín de mi antiguo colegio, rodeado de amigos y libre de cualquier tipo de acoso, son testimonio de la importancia de un ambiente que fomente el juego y la exploración.
A esa edad, el aprendizaje a través del juego, la interacción social y el contacto con la naturaleza son aspectos fundamentales que contribuyen no solo al desarrollo cognitivo, sino también a la salud emocional y mental de los pequeños.
Por eso, a pesar de las deficiencias académicas que pude haber experimentado, a la hora de elegir el mejor colegio para tu hijo, más allá de la excelencia académica, te recomiendo priorizar un entorno alegre y estimulante.
El objetivo es que tu hijo pueda ser feliz jugando y creciendo en un ambiente sano y seguro.
Cuéntame tu perspectiva, estoy deseando leer tus comentarios.
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