Validar los sentimientos de los hijos es una herramienta crucial en la crianza que a menudo se pasa por alto.
Reconocer y legitimar sus emociones no solo fortalece tu vínculo emocional entre padre e hijos, sino que también les enseña a gestionar sus propios sentimientos de manera saludable.
En este post, exploro cómo una simple práctica de validación puede transformar una situación difícil cotidiana en una oportunidad de aprendizaje y conexión.
Una Rabieta Que Se Pudo Evitar
Volvía del parque con mi pequeño y subíamos al autobús de vuelta a casa.
El asiento preferido de mi hijo, el que está al lado del conductor, estaba ocupado.
Él protestó porque quería sentarse allí, y yo no le di importancia, diciendo que no pasaba nada y que nos podíamos sentar en otro sitio libre.
Mi pequeño, como es natural para su edad, se sintió frustrado y lo expresó con una rabieta.
La Estrategia Correcta
Gracias a los consejos de mi maravillosa mujer psicóloga, comprendí que tenía que validar los sentimientos de nuestro hijo en vez de restarle importancia como lo había hecho.
La Puesta en Práctica
Unos días después, nos encontramos de nuevo en la parada del autobús.
Esta vez, estaba preparado para gestionar la posible rabieta.
Nos subimos al autobús y, como si fuera un déjà vu, el asiento de al lado del conductor estaba ocupado y el volcán interior de mi hijo apunto de entrar en erupción.
Era momento de poner en práctica la teoría.
Yo: – ¡Oh! Qué lástima que el asiento que te gusta está ocupado. A mí también me gusta sentarme allí contigo y jugar a que somos los conductores del autobús.
Hijo: – ¿Le pedimos que se marche?
Yo: – Mejor que no, porque seguro que a la persona que ocupa el asiento también le gusta igual que a nosotros. Vayamos a otro asiento.
¿Te imaginas que nosotros estuviéramos sentados y viniera otro y nos quitara el asiento? Seguro que no te gustaría. Además, otro día nos tocará el asiento que nos gusta.
Ahora es mejor sentarnos en otro. Podríamos jugar al veo-veo. ¿Te apetece?
Hijo: – ¡Vale, empiezo yo!
La conversa apenas duró un minuto y no solo evitó un rato de protestas, sino que también permitió conectar con mi hijo y enseñarle a empatizar con otros.
Conclusión
Validar los sentimientos de tus hijos es una inversión valiosa en su desarrollo emocional.
Al reconocer sus emociones y ofrecerles herramientas para gestionarlas, fomentas su bienestar y les enseñas habilidades importantes para la vida.
La próxima vez que tu hijo exprese frustración o rabia, intenta validar sus sentimientos y observa cómo se fortalece tu conexión con él.
Te invito a que pongas en práctica la validación emocional con tus hijos y compartas tus experiencias en los comentarios.
¿Qué estrategias te han funcionado? ¿Qué desafíos has encontrado? Te leo en los comentarios.
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