Gestionar las expectativas de los niños es fundamental para su bienestar emocional y su desarrollo.
Como padre, tus palabras y actitudes pueden influir significativamente en cómo tus pequeños perciben y reaccionan ante diferentes situaciones.
Una mala gestión de las expectativas puede llevar a decepciones y frustraciones innecesarias, mientras que una adecuada preparación puede ayudarles a disfrutar plenamente de sus experiencias.
Una Experiencia Real
El otro día hablé con un vecino cuyo hijo tiene la misma edad que el mío.
Compartió conmigo una anécdota que me hizo reflexionar.
Por recomendación mía, había llevado a su hijo a un nuevo parque recientemente inaugurado, el cual cuenta con novedosos toboganes.
Recomendé ese parque con gran entusiasmo porque realmente es mucho mejor que los que usualmente encontramos en las plazas y esquinas del barrio.
Sin embargo, para mi sorpresa, al hijo de mi vecino no le había parecido gran cosa y se había decepcionado mucho. Intrigado, le pregunté a mi vecino:
¿Cómo es posible que no le haya gustado el parque si es mucho mejor que la mayoría?
La respuesta fue clara: una mala gestión de las expectativas.
El Mensaje Que se Pasó
Cuando recomendé el parque, lo hice con mucho entusiasmo y alegría, convencido de que era un lugar donde los niños disfrutarían.
Además, dado que mi hijo se lo había pasado tan bien, lo recomendé encarecidamente a mi vecino:
Yo: – «Sí, sí. Es un parque fantástico, justo lo que hacía falta. Mucho mejor que los que hay. Qué bien que lo hayan inaugurado ya. Volveremos a ir pronto.»
Mi vecino, deseando replicar mi felicidad, transmitió el mensaje a su hijo con igual o mayor entusiasmo, posiblemente exagerando las expectativas del niño.
Al llegar al parque, la realidad no cumplió con la imagen idealizada que el niño había creado en su mente, lo que resultó en una gran decepción.
La Imaginación de un Niño y la Realidad
Es cierto que el parque es objetivamente mejor que muchos otros en Barcelona.
Sin embargo, el problema radica en que, en la mente del hijo de mi vecino, el nuevo parque no estaba compitiendo con otros parques reales, sino con un parque idealizado creado por su propia imaginación, inspirado por las palabras entusiastas de su padre.
Mi vecino, con la mejor intención, deseaba profundamente que su hijo disfrutara.
Sin embargo, no tuvo en cuenta la poderosa creatividad e imaginación de los niños.
Cuando se les dice que hay un parque con toboganes mucho mejor que los demás, en su mente pueden imaginarse cualquier cosa: desde un castillo con un tobogán kilométrico en forma de dinosaurio hasta un puente de madera en medio de un mundo fantástico.
Estas expectativas desmedidas, al no cumplirse, generan decepciones.
Conclusión
Para evitar decepciones y ayudar a los niños a disfrutar plenamente de sus experiencias, es crucial gestionar adecuadamente sus expectativas.
Esto implica comunicar con claridad y realismo, sin exagerar ni crear expectativas desmedidas.
En lugar de decirles que algo es «lo mejor de todos», podemos describirlo de manera que ajusten sus expectativas a la realidad.
Reflexiona sobre cómo comunicas con tus hijos y ajusta tus mensajes para gestionar mejor sus expectativas.
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