En un mundo donde la velocidad y el individualismo parecen dominar, hay ciertos valores que poco a poco se van perdiendo. Uno de ellos es el respeto hacia los mayores, una costumbre que en muchos lugares del mundo se mantiene viva, pero que en otros, lamentablemente, está en decadencia.
Quiero compartir contigo una historia que refleja esta realidad y nos invita a reflexionar sobre cómo podemos ser mejores como sociedad.
Una Lección desde Ecuador
Hace unos meses, conversaba con un amigo y compañero de trabajo ecuatoriano sobre nuestras experiencias culturales.
Él, recién llegado a España, se mostraba sorprendido por una situación que vivió en el transporte público.
Un día, mientras viajaba en el autobús, ofreció su asiento a una señora mayor. La mujer, agradecida, le comentó que no era común que alguien hiciera eso últimamente.
Más tarde, en la oficina, contó cómo también llamaba de «usted» a todas las personas con las que se encontraba, y en respuesta la gente le decían que era «muy bien educado».
Para mi amigo, esto fue un choque cultural. En Suramérica es normal dirigirse a los otros de «usted» y no podía entender cómo esto podía sorprender a otros.
La Pérdida de un Valor Fundamental
Esta anécdota me hizo pensar en cómo, poco a poco, hemos ido perdiendo estos pequeños actos de cortesía en nuestra sociedad.
No es raro ver a jóvenes y adultos ocupando asientos preferenciales en el transporte público mirando sus móviles y sin ni siquiera mirar a su alrededor para ver si alguien mayor los necesita más.
Tampoco es común escuchar a los niños y adolescentes dirigirse a los mayores de «usted», un signo claro de respeto y deferencia aquí en España.
Pero, ¿por qué está ocurriendo esto? Podría ser que en nuestra búsqueda de igualdad hemos confundido la familiaridad con el respeto hacia nuestros mayores.
También es muy posible que en una era de tecnología y prisas, hayamos dejado de lado la importancia de estos gestos al no ver influencias ejemplares.
Recuperando el Respeto Perdido
No todo está perdido. Aún estamos a tiempo de recuperar estos valores y enseñarlos a las futuras generaciones.
Aquí quiero dejar un par de claves:
1. Predicar con el Ejemplo
Los niños y jóvenes aprenden de lo que ven.
Si nosotros mostramos respeto hacia los mayores, ellos también lo harán.
Ceder el asiento, dejar pasar primero, o simplemente ofrecer una sonrisa y una palabra amable, pueden hacer una gran diferencia en la vida de una persona mayor.
2. Reflexionar sobre Nuestras Acciones
A veces, estamos tan inmersos en nuestras rutinas que olvidamos mirar a nuestro alrededor.
Tomémonos un momento para ser más conscientes de nuestras acciones y cómo afectan a los demás.
Conclusión
El respeto hacia los mayores es un valor que no deberíamos perder.
Al recuperar estos pequeños gestos de cortesía y deferencia, no solo mejoras la vida de las personas mayores, sino que también enriqueces nuestra sociedad con humanidad y empatía.
¿Y tú? ¿Con qué gestos de respeto hacia los mayores vas a predicar con el ejemplo? Comparte tus historias y reflexiones en los comentarios. ¡Juntos podemos marcar la diferencia!
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«El respeto a los mayores no solo es una obligación, es una necesidad para nuestra propia dignidad y para la del ser humano.»
John F. Kennedy, 35º presidente de EE.UU.
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